domingo, 13 de mayo de 2012

A * Call

Podrìa llamarse tambièn "como intimidar a un acosador", pero la situaciòn es tan extraña que no sabrìa si clasificarlo dentro de lo que se llama acoso o no.
Hace mucho, pero mucho tiempo ocurren sucesos extraños en el celular de Qwertys: con bastante frecuencia llamaba un nùmero desconocido y resulta que al contestar el telèfono se escuchaba como si la persona estuviera caminando por un lugar donde hay mucho viento. Vale decir, el equivalente a escuchar nada y de manera muy excepcional podìa distinguirse un "alo" entre todo el ruido.
Entre otras cosas, una de las suposiciones era que estaban secuestrando a alguien y nosotros eramos la ùnica esperanza que le quedaba, sin embargo, como empezò a ser algo recurrente esa posibilidad quedò descartada de inmediato. Dicha persona misteriosa y claramente no secuestrada cuando contestaba no hacìa absolutamente nada e incluso podìamos dejar el telèfono quieto durante 10 minutos y no iban a cortar, pero tampoco a hablar.
Un dìa, aburridos de todo esto, decidimos tomar las riendas del asunto, asì que me parè frente a Qwertys y le dije:

- ¿Sabes què? Voy a llamar
- Buen intento
- ¿Por què?
- Ya lo he hecho
- ¿Nadie contesta?
- No
- Pues esta vez van a contestar...

*Sham procede a hacer la llamada*

- Buzòn de voz, te lo dije
- No podemos rendirnos

*Sham procede a hacer la llamada*

- Buzòn de voz otra vez, lo màs fàcil es dejar de insistir y no preocuparse por ello
- ¡¡NO PUEDO ACEPTARLO!! ¡¡NO QUIERO Y NO PUEDES HACER NADA PARA DETENERME!!

*Sham procede a hacer la llamada*

- ¿Alo?
- ¡¡¡QWERTYS CONTESTARON!!!
- ¡¡PERO DI ALGO!!
- ¿Alo?
- ¡¡TENGO MIEDO!!
- ¡DAME EL TELEFONO!
- ¿Alo?

Y todo era miel sobre hojuelas hasta que en un movimiento de manos un poco torpe botamos el celular y se apagò. La primera y ùnica vez que contestò el nùmero misterioso y no pudimos decirle nada. De ahì solo logramos descubrir que la voz del otro lado del telèfono era de mujer.
Aquel incidente habìa quedado en el olvido hasta que un dìa (mièrcoles, creo) el celular de Qwertys comenzò a sonar, pero como estaba en el primer piso corrì a buscarlo (por si era importante) y cuando se lo entreguè su cara lo dijo todo:

- Oh no...Es ese nùmero otra vez
- A ver, contesta...

*Qwertys procede a poner el celular en altavoz*

- De nuevo esos ruidos
- Maldiciòn
- No se me ocurre de quien puede ser el telèfono...
- Hmm...Ya se
- ¿Què?

Decidí tomar riendas en el asunto y preguntar de la forma màs empàtica y sofisticada al receptor quien era y qué pretendía:

- ¿¿¡¡¡QUIEN EREEEEEEEEES!!!?? ¿¿¡¡¡¡¡QUE QUIEREEEEEEEEEEEEES!!!!!?

*Qwertys mira la pantalla de su celular*

- JAJAJAJAJAJA
- ¿Què? ¿Respondieron?
- AJAJAJAJA...Peor...
- ¿Què pasò?
- ¡CORTARON! ¡JAJAJAJAJA!

Y asì, damàs y caballeros, es como se espanta a un acosador telefònico.

Nota: No han vuelto a llamar...Es eso algo bueno, ¿no?

sábado, 5 de mayo de 2012

Principito Schwarzenegger, Capítulo XII

Dado que que estudiar y hacer tantas cosas que ni yo me lo creo y no he hecho ninguna, le pedí a Mr. Qwertys que hiciera un remake de "El Principito", aquel libro infantil que tanto nos gusta y en eso estarà trabajando hasta que el pùblico diga "vale mierda, por favor, no escriba màs ninguno de los dos" o "es brillante, por favor  terminalo" o whatevuh.
                           -

El siguiente planeta olía a vino barato, vómito y humo de cigarro. La paciencia del principito era poca, por lo que su visita fue muy breve.

- ¿¡Qué haces ahí!? - Aulló el principito. El bebedor, mirando con desesperanza la colección de sus botellas vacías, suspiró. Su demora hizo que los músculos del cuello del principito se tensaran.

- Bebo... - se limitó a responder el borracho. El principito frunció el ceño, no le gustaba el suspenso, respiró hondo y preguntó:

- ¿Por qué bebes?

- Para olvidar que tengo vergüenza... - Los dedos del principito temblaban en el gatillo de su arma. Pronto todo se habría acabado.

- No tengo toda la noche Johnny, ¡maldita sea! - el principito golpeó la mesa, lo que sobresaltó al hombre - ¿¡vergüenza de qué!?

- ¡Vergüenza de beber! - Concluyò el bebedor que se encerró definitivamente en el silencio.

El principito comenzó a ver todo en rojo, la sangre quemaba sus venas, apretó la mandíbula y apuntó al borracho.

"Los borrachos son unas perras", dijo el principito para sí.

El silencio de la noche sideral se rompió, la luz de la detonación opacó a las estrellas del firmamento. Vasos rotos, vidrios quebrados. Esa noche un borracho dejó de respirar.